Con la guerra de Malvinas nació una de las etapas más oscuras de la historia argentina y a la vez una de las más brillantes del rock nacional, debido al reflotamiento del mismo por parte de los medios de comunicación.
Tengamos entonces en cuenta que el rock nacional sirvió y sirve actualmente de salvavidas al gobierno, que estudiando el mercado decide el tipo de música que conviene encarnar en la gente.
De todos modos, la llama del rock nacional, del verdadero rock nacional, nunca se extinguió ni se extinguirá. Sólo debemos saber en qué pedestal debe cada uno de nosotros ubicarlo.
Qué mejor visión de la sociedad que la de aquellos grupos de música formados por estudiantes. Aquellos jóvenes que palpaban mejor que nadie la realidad. Pero no la realidad que se veía, sino la verdadera. Porque eran ellos los más acosados por los militares, vigilados o confundidos con miembros de algún grupo guerrillero.
Sus letras, que a veces parecían no decir nada, eran fuertes reclamos y hondas reflexiones del ahogo que les provocaba la falta de libertad, escondidas bajo historias aparentemente inocentes, casi "infantiles". Con nombres como "Canción de Alicia en el país" (Serú Girán), "El fantasma de Canterville" (Charly), "Las increíbles aventuras del señor tijera" (Charly), "Dinosaurios" (Charly). Y otras más directas y también más expuestas a la censura como "No bombardeen Buenos Aires" (Charly) y "Nos siguen pegando abajo" (Charly).
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